Primer caso
Clara, es una mujer de 55 años y padece agorafobia. Tenía mucho miedo a salir de casa desde el fallecimiento de su marido y, no se atrevía a salir ni para hacer la compra, ni visitar a sus familiares, tan siquiera lo hacía para acudir a las citas médicas obligatorias. Dada la situación, su vida social se había reducido por completo. Decía que no le apetecía ver a nadie y que tenía salir sola de casa porque se sentía insegura. Temía salir sola de casa, ya que, se sentía insegura, aunque no padeciera ningún problema de salud ni dificultad para la deambulación. Sin embargo, le encantaba ver a su nieta de 5 años Sara.
Hablamos con su hija para la realización de la terapia, para que fuera a recoger a su madre, fuese con su hija Sara. Así, cada vez que Clara tuviera que salir de casa, lo asociaría a encontrarse con su nieta.
Ideamos que nuestra paciente saliese de casa diariamente dos veces para ir a recoger a su nieta al colegio, al medio día y por la tarde. Esta también era una forma de disfrutar de su nieta y le ayudaría con el cambio de hábito.
Las primeras veces, Clara iba acompañada de su hija, pero progresivamente fuimos añadiendo matices semanalmente, algunas veces iba acompañada, otras veces sola, otras veces tenía que ir a comprar el pan cuando fuera a recoger a su nieta al medio día. También introdujimos algunos cambios de itinerario.
Los fines de semana, se encargaría también de llevar a su nieta Sara al parque. Así, ayudamos a nuestra paciente a asociar salidas a la calle con un evento positivo (refuerzo positivo), el cual le motivaba a realizar el acto y de hacerlo sin miedo.
Segundo caso
Elene, tiene 45 años, es profesora y, por las noches, tras acostar a sus hijos, se sentaba en el sofá y abría el cajón de los dulces, cogía un paquete de galletas, y se las comía compulsivamente hasta acabar con la caja. Reconocía que no tenía hambre y que lo hacía para así relajarse de la actividad diaria.
Esto le estaba produciendo sobrepeso e ingesta excesiva de hidratos de carbono poco saludable. Para cortar de raíz esta con esta conducta, se le propuso vaciar una caja de galletas y sustituir el contenido por lana y agujas para hacer punto. Así, para relajarse se pondría delante de la televisión y, en vez de comer galletas, tejería y, mantendría las manos ocupadas para no comer y evitar la ingesta innecesaria. En unas semanas tendría confeccionada una bufanda para la llegada del otoño/invierno y se sentiría orgullosa y que le supuso un reforzador extra.
(Refuerzo diferencial de otras conductas, se proponen conductas alternativas).
Tercer caso
Bitor, todas las mañanas cogía el metro en una parada donde había un bar con una máquina slots (tragaperras) y, tenía la costumbre de echar 3 o 4 euros y los días que le daba premio, lo reinvertía hasta perderlo todo. No quería hacerlo, pero se veía abocado a ello casi de forma automática cada ve que pasaba por allí.
Entonces, se le propuso cambiar la parada de metro y que lo cogiera en la estación anterior, de esta manera, evitaba pasar por el bar y, caminaba un poco para tener tiempo de frenar ese deseo irremediable de echar monedas a la tragaperras. Así lo hizo, y poco a poco se fue deshabituando, ya que en ese tiempo que se tomaba de camino a la estación anterior, frenaba ese pensamiento de juego.
Tiempo después del cambio de hábito, Bitor pasó por el bar, pero ya no entró a probar con la máquina tragaperras.
Cuarto caso
A Altea le gustaba fumar. Se fumaba cinco cigarros al día, tras el desayuno, la comida y la cena. Pero, a su novio, no le gustaba nada que Altea fumara porque perjudicaba su salud. Decidimos unificar esfuerzos y se le propuso a Altea que si fumaba, su novio Antón, no la besaría (buscábamos la extinción de conducta), en cambio, si no fumaba, Antón la besaría apasionadamente.
¿Qué ocurrió?
Antón no aguantó y la besó pese a que Altea siguió fumando.
Altea dejó a Antón y continuó fumando cuando le apetecía.
Altea dejó de fumar para conseguir que Antón le besara.
Antón empezó a fumar con Altea,...
Quinto caso
Jokin no había comido nunca fruta, su familia tampoco tenía el hábito de hacerlo y ni siquiera la compraban. Creció sin haber comido nunca fruta, pero, a los 20 años, un día le diagnosticaron de diverticulitis y le recomendaron comer fruta en abundancia. Era incapaz de hacerlo. Le producía náuseas y malestar comer cualquier fruta.
Era necesario modificar ese hábito e introducir fruta en pequeñas dosis e incluso camuflarla en otros platos. Decidió matricularse en un curso de cocina en la que se preparaban ensaladas con frutas (trocitos de naranja, kiwi,...), que daban un toque de alegría a los platos e introduciendo nuevas notas gustativas.
Incluso cocinaron carnes con acompañamientos de fruta. De esta manera, comenzó a educar su paladar.
Poco a poco, fue acostumbrándose al sabor de las distintas frutas, a apreciarlas y a introducirlas en su dieta y, pronto lo hizo habitual y cotidiano.
REFERENCIAS
Google. (s.f.). [Dibujo de abuela con su nieta]. Recuperado el 12 de noviembre de 2023, de
https://pixabay.com/illustrations/grandma-grandchild-happy-kid-child-6496928/
Google. (s.f.). [Manos tejiendo]. Recuperado el 12 de noviembre de 2023, de
https://pixabay.com/photos/crochet-handwork-wool-hobby-8202792/
Google. (s.f.). [Máquina tragaperras]. Recuperado el 12 de noviembre de 2023, de
Google. (s.f.). [Cenicero con cigarros]. Recuperado el 12 de noviembre de 2023, de
https://pixabay.com/photos/cigarettes-ashtray-ash-smoking-83571/
Google. (s.f.). [Bowl de yogur con fruta]. Recuperado el 12 de noviembre de 2023, de
https://pixabay.com/photos/yogurt-strawberries-food-fruit-1442034/
No hay comentarios:
Publicar un comentario